Sonrisas y más sonrisas.

Él me mira. A mí o a la pared, no estoy segura. De reojo, nada más. Él pelo negro azabache le tapa los ojos. Se lo aparta. Reprimo una sonrisa. Quedaría como una idiota.

-¿Me dejas el bolígrafo?

Serio, pero aún así guapísimo. Siempre lo está.

Pongo cara de "tía dura" y le digo:

-Claro. Toma.

-Gracias- Sonríe. Tiene una sonrisa preciosa.

-No hay de que.

Cuando se da la vuelta suelto una sonrisita de idiota. ¿Por qué me está ocurriendo esto?

Los dos chicos que se sientan al lado mía comentan el tamaño del pecho de una de las compañeras de clase. Finjo no oírlos y me pongo a dibujar en la libreta. Un garabato más para la colección.

Le miro otra vez. Él también está garabateando.